Después de tantos años ya no me supone un problema que me ¨salten a la yugular¨ lo voy a defender siempre, no creo en un trastorno con tan poco fundamento clínico y basado en estimaciones subjetivas, no creo en una medicación que solo es un dopaje, no creo en todos aquellos que se lucran de esta moda.
Los niños y adolescentes de 0 a 18 años son mi vida, y digo mi vida porque mi trabajo gira en torno a ellos, mis lecturas giran en torno a ellos, mis propias investigaciones giran en torno a ellos, perdón, en realidad no solo es en torno a ellos, también es en torno a sus mamas y papas, y al estilo educativo y a la crianza que es un mundo tan fascinante, tan difícil, tan maravilloso, tan agotador.
No creo ni creeré jamás en una medicación que les quita las ganas de comer, de sonreír, de jugar, de vivir. Eso no es la infancia. La infancia es correr hasta no poder más, la infancia es reír sin parar por cosas de las que un adulto no se ríe, la infancia es repetir el plato de spaguettis sin pensar en nada más, la infancia es tener tanta energía que a veces el adulto no sabe gestionar.
¨Se mueve tanto en clase que distrae a los demás,¨, ¨No presta atención y es incapaz de permanecer sentado¨, Claro que se distrae, claro que le cuesta prestar atención, nuestro modelo educativo no está adaptado a él, solo está adaptado a unos pocos, solo se centra en resultados.
No creo en toda la parafernalia que se ha creado en torno al tdah. Pero sí creo en el deporte como aliado, creo en que el niño tenga una vida activa, muy activa, creo en el tiempo de calidad en familia, también creo en que se tiene que comer y cenar todos juntos, y creo además en la importancia de pasar más tiempo en la naturaleza y menos en los aparatos, también creo en un EXTENSO trabajo en educación emocional como base de la educación y del crecimiento de un niño, creo que la combinación INTELIGENCIA EMOCIONAL y DEPORTE es la clave, y creo tanto en ello que lo defenderé siempre. Creo que reducir el estrés en casa es básico, creo en que tenemos que trabajarnos mucho a nosotros mismos como padres y madres para ser cada día mejores, somos el espejo en el que se reflejan, creo también en las explicaciones a tiempo, en dar importancia a sus problemas de niños, en escucharles y apartar el móvil mientras nos hablan, creo también en que dedicarnos tiempo a nosotros mismos supone tener mucha más paciencia para gestionar la energía desbordante de la infancia. Creo en la rutina, en la paciencia y el amor de unos padres entregados a cubrir las necesidades de sus hijos. Y sabéis en que creo también, en que se respeten sus tiempos, en que no se les compare con nadie, en que no se les señale ni se les etiquete. Y por sobretodo creo que tenemos que cambiar como sociedad y como personas, para que a ellos se les deje de medicar y se les empiece a entender y a escuchar.
Ayúdale a ser libre.